
Nació en el seno de
una unidad familiar dominada por el ambiente cinéfilo, que marcaría el rumbo de
su carrera. Sus padres Vicenzo Leone y
Edvige Valcarenghi, conocidos como Roberto Roberti y Bice Valerian, fueron
personajes reconocidos por su parte activa dentro de la cultura del cine. Pese
a pasar su infancia bajo la Dictadura Fascista de Mussolini, su padre intento
evitar dicha influencia, por su posición antifascista, matriculándole en el
colegio religioso de Saint Juan Baptiste de la Salle, lugar donde conoció a
Ennio Morricone, el que luego sería compositor de las bandas sonoras de sus
películas western.
Leone vio en la profesión
paterna un ideal, que pese al carácter ingrato adquirido a causa del régimen,
lucharía por perseguir. Su padre, Vicenzo Leone, tuvo enfrentamientos con el
régimen de Mussolini por su posición ideológica contraria. Hasta el punto de
rechazar guiones que la instancia de Mussolini le ofrecía. Este rechazo le
hubiera costado el exilio de no ser por contactos mantenidos en el gobierno. A
pesar de esto Leone nunca se vio influenciado por las ideas restrictivas del
régimen.
Por orden de su padre,
que se oponía ante la idea de que Leone se iniciara en el cine, se vio obligado
a iniciar sus estudios en Derecho. A pesar de esto, para poder financiarse los
estudios, realiza cortometraje o pequeñas grabaciones, hasta que su padre le
presenta a Carmine Gallone, con el que trabajó duramente en una serie de
películas. Inicia así una etapa de autoaprendizaje, llegando a ser el ayudante
más joven de la industria del cine italiano.
Trabajó con numerosos
directores de forma que supo aprovechar lo sustancial de cada uno de ellos,
pudiendo apreciar mejor las diferencias y creándose un visión propia del cine,
pero no es hasta su trabajo con Vittorio De Sica en Ladrón de bicicletas donde Leone se da realmente cuenta de los
pequeños detalles de imagen audiovisual.
"La atención al detalle que tenia De Sica era verdaderamente prodigiosa y es imposible en el cine americano, donde todo esta tan estratificado que la intuición del director desaparece entre las diversas competencias” Sergio Leone."
Además de De
Sica, John Ford, Charles Chaplin y el cine japonés de Kurosawa, influenciaron
fervientemente en los parámetros audiovisuales de Leone, como es la utilización
del silencio, que chocaba con las películas americanas obsesionadas por un
ritmo veloz y nada realistas. La utilización del silencio, será uno de los
rasgos más característicos de Leone, con el que pretenderá hacer un cine mucho
más realista. Esto hace que tenga una obsesión por el detalle. En sus
películas, se escucha, se reflexiona, y después se contesta. El cine es
transmisión de imágenes, que deben contener el mensaje que se quiere
transmitir, claramente detallado, pero dejando al espectador extraer su propia
conclusión.
El cine es esta época significa cine
norteamericano, la mayoría de producciones eran estadounidenses con doblaje al
italiano. A partir de los años 1930, con la Ley Alfieri, se intenta reducir la
importación y promover el cine italiano. La calidad técnica de estos films aumentó.
No obstante, el cine americano continúo emitiéndose, con el objetivo subliminal
de dar un cambio de visión a la sociedad italiana. En los años cincuenta,
ciertos autores comienzan a tomar conciencia de que la idea de realidad no es
más que un ilusionismo y que la imagen cinematográfica puede llegar a
transcender la visión primigenia del mundo. El cine empieza a reflejar el
individuo de la posguerra, que es visto como un ser singular que puede disponer
de su libertad a partir del trabajo y del riesgo. Los protagonistas acabarían
definiendo su existencia a partir de unos gestos desprovistos de causa previa y
de efecto posterior.
Fue durante esta etapa, cuando Leone empezó a
debutar. Podría decirse que su primera película fue Los últimos días de Pompeya (1959), codirigida junto a Mario
Bonnard, que más tarde le ofrecería dirigir otra película del género, El coloso de Rodas (1961).
El péplum
comienza a entrar en decadencia y comienza a ser sustituido por el western europeo que los alemanes
habían inauguración adaptando los
guiones de Karl May, escritor alemán que situaba sus obras en dos escenarios
geográficos: el Oeste americano y el próximo Oriente. Es en este momento cuando
Leone se plantea la idea de crear su propio western,
que lo concibe como una fábula universal, filtrada por la cultura de cada uno,
por los propios códigos, por los sistemas personales de referencia... La lucha
del individuo frente a su destino representado de una manera épica.
Son
muchos los aspectos que diferencian a Leone del resto de western. Entre ellos se destaca como imprime suciedad al western americano de John Ford (moscas,
sudor…), una fotografía renovadora, que va desde de planos interminables sobre
extensos paisajes desérticos, hasta planos detalle de pies, manos y miradas,
siempre ligada a la música de Ennio Morricone. Secundariza el papel de la
mujer, perdiendo así importancia la historia del romance, dándole al espectador
el recuerdo que tenían del western
cuando eran niños, lo que no incluía la historia de un romance.
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Ennio Morricone y Sergio Leone. |
Aparece así Por
un puñado de dólares (1964), dedicada a su padre firmándola como Bob
Robertson. Tal fue el éxito que tuvo que las ganancias permitieron rodar otras
dos películas más La muerte tenía un
precio (1965) y El bueno, el feo y el malo (1966), que forman parte de La
trilogía del dólar, cuyo contexto es la evolución de la sociedad de los
Estados Unidos desde su nacimiento como nación, tocando temas que acarreaban en
aquel momento y que otros western se
negaban a contar. Aparecen nuevos personajes como el pistolero, el
cazarecompensas; aventureros que “ayudaban” en cierta forma a la justicia, pero
sin olvidar sus propios intereses.
Tras esta trilogía, Leone realizo tres películas
más: Hasta que llegó su hora (1966),
¡Agachate, maldito! (1971) y Érase
una vez en América (1981), completando su obra cinematográfica a la
historia de Estados Unidos.
Bibliografía:
- Aguilar, C. (1990). Sergio Leone. Madrid. Cátedra.
- Frayling, C., & Santos, D. (2002). Sergio Leone: Algo que ver con la muerte. Madrid: T&B.
Laura Pérez Marco A2
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