lunes, 25 de noviembre de 2013

SERGIO LEONE

Durante el año 1929, Italia se encuentra bajo el dominio fascista de Benito Mussolini. Paulatinamente, el resto del mundo se ve afectado por el crack de la bolsa de Nueva York. Así mismo, las consecuencias represivas surgidas tras la segunda guerra mundial afectaran significativamente a la politizada cultura. El clima económico social de este año, engendró al hoy reconocido, Sergio Leone, director que iniciaría el género Spaghetti western.

Nació en el seno de una unidad familiar dominada por el ambiente cinéfilo, que marcaría el rumbo de su carrera. Sus padres Vicenzo Leone  y Edvige Valcarenghi, conocidos como Roberto Roberti y Bice Valerian, fueron personajes reconocidos por su parte activa dentro de la cultura del cine. Pese a pasar su infancia bajo la Dictadura Fascista de Mussolini, su padre intento evitar dicha influencia, por su posición antifascista, matriculándole en el colegio religioso de Saint Juan Baptiste de la Salle, lugar donde conoció a Ennio Morricone, el que luego sería compositor de las bandas sonoras de sus películas western.

Leone vio en la profesión paterna un ideal, que pese al carácter ingrato adquirido a causa del régimen, lucharía por perseguir. Su padre, Vicenzo Leone, tuvo enfrentamientos con el régimen de Mussolini por su posición ideológica contraria. Hasta el punto de rechazar guiones que la instancia de Mussolini le ofrecía. Este rechazo le hubiera costado el exilio de no ser por contactos mantenidos en el gobierno. A pesar de esto Leone nunca se vio influenciado por las ideas restrictivas del régimen.

Por orden de su padre, que se oponía ante la idea de que Leone se iniciara en el cine, se vio obligado a iniciar sus estudios en Derecho. A pesar de esto, para poder financiarse los estudios, realiza cortometraje o pequeñas grabaciones, hasta que su padre le presenta a Carmine Gallone, con el que trabajó duramente en una serie de películas. Inicia así una etapa de autoaprendizaje, llegando a ser el ayudante más joven de la industria del cine italiano.

Trabajó con numerosos directores de forma que supo aprovechar lo sustancial de cada uno de ellos, pudiendo apreciar mejor las diferencias y creándose un visión propia del cine, pero no es hasta su trabajo con Vittorio De Sica en Ladrón de bicicletas donde Leone se da realmente cuenta de los pequeños detalles de imagen audiovisual.
"La atención al detalle que tenia De Sica era verdaderamente prodigiosa y es imposible en el cine americano, donde todo esta tan estratificado que la intuición del director desaparece entre las diversas competencias” Sergio Leone."
Además de De Sica, John Ford, Charles Chaplin y el cine japonés de Kurosawa, influenciaron fervientemente en los parámetros audiovisuales de Leone, como es la utilización del silencio, que chocaba con las películas americanas obsesionadas por un ritmo veloz y nada realistas. La utilización del silencio, será uno de los rasgos más característicos de Leone, con el que pretenderá hacer un cine mucho más realista. Esto hace que tenga una obsesión por el detalle. En sus películas, se escucha, se reflexiona, y después se contesta. El cine es transmisión de imágenes, que deben contener el mensaje que se quiere transmitir, claramente detallado, pero dejando al espectador extraer su propia conclusión.

El cine es esta época significa cine norteamericano, la mayoría de producciones eran estadounidenses con doblaje al italiano. A partir de los años 1930, con la Ley Alfieri, se intenta reducir la importación y promover el cine italiano. La calidad técnica de estos films aumentó. No obstante, el cine americano continúo emitiéndose, con el objetivo subliminal de dar un cambio de visión a la sociedad italiana. En los años cincuenta, ciertos autores comienzan a tomar conciencia de que la idea de realidad no es más que un ilusionismo y que la imagen cinematográfica puede llegar a transcender la visión primigenia del mundo. El cine empieza a reflejar el individuo de la posguerra, que es visto como un ser singular que puede disponer de su libertad a partir del trabajo y del riesgo. Los protagonistas acabarían definiendo su existencia a partir de unos gestos desprovistos de causa previa y de efecto posterior.

Fue durante esta etapa, cuando Leone empezó a debutar. Podría decirse que su primera película fue Los últimos días de Pompeya (1959), codirigida junto a Mario Bonnard, que más tarde le ofrecería dirigir otra película del género, El coloso de Rodas (1961).

El péplum comienza a entrar en decadencia y comienza a ser sustituido por el western europeo que los alemanes habían  inauguración adaptando los guiones de Karl May, escritor alemán que situaba sus obras en dos escenarios geográficos: el Oeste americano y el próximo Oriente. Es en este momento cuando Leone se plantea la idea de crear su propio western, que lo concibe como una fábula universal, filtrada por la cultura de cada uno, por los propios códigos, por los sistemas personales de referencia... La lucha del individuo frente a su destino representado de una manera épica.

 Son muchos los aspectos que diferencian a Leone del resto de western. Entre ellos se destaca como imprime suciedad al western americano de John Ford (moscas, sudor…), una fotografía renovadora, que va desde de planos interminables sobre extensos paisajes desérticos, hasta planos detalle de pies, manos y miradas, siempre ligada a la música de Ennio Morricone. Secundariza el papel de la mujer, perdiendo así importancia la historia del romance, dándole al espectador el recuerdo que tenían del western cuando eran niños, lo que no incluía la historia de un romance.

Ennio Morricone y Sergio Leone.
Aparece así Por un puñado de dólares (1964), dedicada a su padre firmándola como Bob Robertson. Tal fue el éxito que tuvo que las ganancias permitieron rodar otras dos películas más La muerte tenía un precio (1965)  y El bueno, el feo y el malo (1966), que forman parte de  La trilogía del dólar, cuyo contexto es la evolución de la sociedad de los Estados Unidos desde su nacimiento como nación, tocando temas que acarreaban en aquel momento y que otros western se negaban a contar. Aparecen nuevos personajes como el pistolero, el cazarecompensas; aventureros que “ayudaban” en cierta forma a la justicia, pero sin olvidar sus propios intereses.

Tras esta trilogía, Leone realizo tres películas más: Hasta que llegó su hora (1966), ¡Agachate, maldito! (1971) y Érase una vez en América (1981), completando su obra cinematográfica a la historia de Estados Unidos.





 Bibliografía:

  • Aguilar, C. (1990). Sergio Leone. Madrid. Cátedra.
  • Frayling, C., & Santos, D. (2002). Sergio Leone: Algo que ver con la muerte. Madrid: T&B.


                                                                           Laura Pérez Marco A2

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