sábado, 7 de diciembre de 2013

DJANGO, de Sergio Corbucci (1966)

Cuando uno oye hablar de la influencia en el cine de Tarantino procedente del spaghetti western, uno no puede dejar de admitir, que en el fondo, y a pesar de sus innovaciones -que las tiene, sobre todo en la narrativa- ha sido un buen alumno. Para aseverarlo no puede conformarse uno con ver “La trilogía del dólar”, trascendental en su Forma, sino que debe analizar la obra de los dos grandes directores del subgénero italiano, Sergios los dos -como también lo será Sollima, grande en el tratamiento del Ritmo-. Solo así se comprende que si de Leone es el Estilo, de Corbucci es la Violencia.

No dejó menor huella este último para los aficionados al cine, pues el nombre de una de sus creaciones es sinónimo de Western, sea cual fuera su nacionalidad. Django. Su nombre evoca épica, y así debieron entenderlo los sucesores de este, pues fue usado para multitud de historias, sin nada que ver con la original de 1966 (y mucho menos realizadas por su director original). Títulos como “Django, el momento de matar”, “Django el Taciturno”, “Django el Bastardo”, o “un puñado de dólares para django”...

El dramatismo de Django, nada que envidiar a Leone. 

La menor repercusión de Corbucci se debe a que cuando llega, Leone le ha hecho prácticamente todo el trabajo. Sus dos primeras entregas de su famosa saga ya han sido estrenadas... los riesgos que corre ya no son los de antes de lanzar “Por un puñado de dólares”; de la que se dice que Django bebe exageradamente, por diversas razones. El protagonista, un novato Franco Nero (que sin embargo, venía experimentado con la no menos violenta “Le Colt cantarono la morte e tempo di massacro”, en la que unos mastines devoran a un hombre), recuerda a Eastwood hasta en los ojos claros, y además va a enfrentarse, en mitad de un paisaje desolador a las dos bandas que dominan en un pueblo perdido del desierto “americano”, de la misma manera que en Leone, y antes que él, Kurosawa: en este caso, la Banda de los Jackson y la Banda del General Rodríguez (interpretado por un gran talento español como fue José Bódalo).

Sin dejar de estar de acuerdo con las críticas, añadiré que nada más lejos de la realidad la pretendida copia. Muchos elementos tengo para su defensa: por un lado, la psicología del personaje, mucho más humano que cualquiera de los personajes del spaghetti. Django es un hombre torturado (no un pasota al que todo le importa tres narices como al Manco de Leone, y del que poco sabemos de su pasado). Su mujer ha muerto, como dice la canción, gran recurso narrativo de la que carecen otros western italianos: “Solo la amaba a ella/ ¿Se puede olvidar que se vive y se ama solo una vez?”. Eso genera un dramatismo que le falta a las otras. Cuando le peguen su primera paliza, será sobre la tumba de la mujer sobre la que jure venganza. No es que no se empatice con los demás personajes del spaghetti, pero con Django cuesta no hacerlo. A lo que se añade para ello la música de Luis Enrique Bacalov, que ganaría en los noventa un Oscar por “El Cartero (y Pablo Neruda)”. Por último, comentar la presencia del componente femenino, más importante que en otras del género, aquí con la explosiva Loredana Nusciak, que si bien su carrera nunca despegaría, aquí cumple con creces las expectativas de los fans.

Pero ya se anunciaba al principio, que si algo tiene la película a comentar es la violencia. Se cuenta que Burt Reynolds, al llegar al plató donde luego rodaría “Joe el Implacable”, preguntó a su futuro director, ¿Qué es esto?, sin duda asombrado por un western como nunca había visto. Corbucci le responde: “Esto es el western a la italiana, hecho de exageraciones”. No mentía, como se ha venido viendo a lo largo de las entradas de este blog. Django introduce un componente aún más exagerado, con tintes algo surrealistas, como en la escena, muy recordada por los fanáticos del género, en la que el protagonista aparece arrastrando un ataúd como salido de ninguna parte, en esos decorados inmensos de La Pedriza o Colmenar Viejo (como dato, se asegur que 1965 es uno de los más boyantes en cuanto a western en España, ya que de ciento cincuenta producciones, 35 pertenecen a este súbgénero).

Para no destripar su argumento, solo diré que el filme contiene una gran carga de violencia, aunque nada comparado con lo que venía después. Para muestra, los “artilugios” de Django, como la ametralladora que tan impasible dispara. Este ingrediente le hizo estrenarse en Italia bajo la calificación de prohibida a menores de 18 años. Corbucci trataría de justificar sus críticas alegando que comparado con las películas de Peckinpah, él era Walt Disney.

Los "recursos" de Django


Si alguien pudo rivalizar con Leone (sin alcanzarlo) fue Django, de ahí la enorme cantidad de copias. Para esperar la secuela auténtica se tendría que esperar a 1987, con Corbucci en el libreto pero no tras la cámara. Sería en “Django 2, Il grande ritorno”.

Antonio Carrasco Sabroso 2º A3



BIBLIOGRAFÍA

  • Carter, D, “The western”, 2008, Ed. Oldcastle Books.
  • Núñez, A, “Western a la europea. Un plato que se sirve frío”, 2006, Ed. Entrelíneas.


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