“El
western es un magnífico contenedor en el que puede caber una
infinidad de cosas: de la tragedia griega y el drama shakesperiano
hasta la psicología, absolutamente todo”
Con
estas palabras, el director italiano Franco Giraldi, principalmente
conocido por ser el asistente de dirección de Sergio Leone o Sergio
Corbucci, además de llevar a buen puerto magníficos films
como Siete pistolas para los Mcgregor (1965),
esclarecía la versatilidad del género poniendo de manifiesto sus
infinitas posibilidades. Y es que algunos directores, entre los que
destaca Sergio Sollima, dejaron patente la veracidad de esta
afirmación al establecer una relación directa entre western y
política. Pero, ¿qué influyo en la gestación de este “subgénero”
dentro del spaghetti western?. Aquí hay que mencionar la figura de
Franco Solinas, guionista de La Batalla de Argel (1965).
Tras su espléndido trabajo en este drama bélico que pretende ser un
símbolo del antifascismo, el director italiano Damiano Damiani le
ofrece el guión de Yo soy la revolución (1966);
film en el que se ahonda plenamente en conceptos tan marxistas como
la lucha de clases.
Cartel
de Yo soy la revolución, 1966
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Sin
embargo, hay que tener en cuenta lo que decía Damiani a propósito
de Yo soy la revolución en 1966: “no es un
western. La ignorancia de los críticos es tan profunda que cuando
ven una persona a caballo piensan que la película es del Oeste. […]
El western pertenece a la cultura protestante norteamericana. […]
Al sur del Río Grande no hay West, está México que es otra
cosa”. En cualquier caso, más allá de que la
nomenclatura sea o no la correcta, el cartel de propio film,
integrado por grandes figuras del western como Gian Maria Volonté o
Ennio Morricone en el apartado musical, parece disipar toda duda.
Con
una clara influencia de ¡Viva Zapata! (1952), el
argumento gira en torno a la banda de El Chuco, al que da vida Gian
Maria Volonté. Ésta se dedica a asaltar trenes con el objetivo de
vender las armas obtenidas a los revolucionarios mexicanos. En uno de
estos atracos se encontrarán a un americano interpretado por Lou
Castel con el que El Chucho entablará una extraña amistad. Más
allá del argumento, lo realmente interesante es el mensaje político
que desprende a través de una narración perfectamente construida.
Un buen ejemplo es el momento en que don Felipe, terrateniente
interpretado por Andrea Checchi, es asesinado por el propio
pueblo: -¿Así que queréis matarme sólo porque soy rico?.
-No, señor. Porque nosotros somos pobres y usted ha hecho todo lo
posible para que siguiéramos así”. Otro caso es el de
Klaus Kinski, que interpreta un extraño sacerdote que cree que la
revolución es obra de Dios: "¡Dios murió entre dos
bandidos! Dios está con los pobres y los oprimidos, y si eres un
buen cura, ¡debes saberlo!.
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Escena
de Yo soy la revolución, 1966
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Este
y otros diálogos del film ponen claramente de manifiesto el intento
del guionista Franco Solinas por situar la lucha de clases en el
contexto de la revolución mexicana. Con esta película Damiani
introduce un subgénero en el spaghetti western; subgénero que toma
como marco cronológico la revolución mexicana y donde las ideas
políticas están siempre presentes. Siguiendo este modelo, se han
realizado películas como Tepepa (1968), que por su similitud
a Yo soy la revolución ha sido atribuida al propio
Solinas (el guión fue realizado por Ivan Della Mea). Sin embargo, el
mayor exponente de este subgénero será Sergio Sollima. Si bien
de forma cuantitativa la aportación de Sollima al euro-western no
puede compararse a la de otros directores, no es menos cierto que sus
films pueden estar entre los de mayor calidad del género, lo que le
ha permitido ganarse un hueco entre los grandes del western italiano.
Fundamentalmente hay tres películas que necesariamente hay que
mencionar a la hora de abordar este subgénero: El halcón y
la presa (La resa dei conti, 1966), Cara a
cara (Faccia a faccia, 1967) y Corre,
Cuchillo, corre (Corri, Uomo, corri, 1968). Estos
tres largometrajes, junto a un breve análisis de la figura de Sergio
Sollima en el spaghetti western, serán objeto de una próxima
entrada.
BIBLIOGRAFÍA:
- Curti, Roberto. "Pan y dinamita. El eurowestern político", Nosferatu 41-42, 2002, pp 53-61.
- Navarro, Antonio José. "Sergio Sollima. Un aventurero del Oeste", Nosferatu 41-42, 2002, pp 155-166.
Mario Bañón Lorente 2ºA3
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